Jesús se puso a llorar.
En muchas culturas no es
normal para un hombre llorar. A veces
cunado parecemos que un hombre esta llorando, él nos dice: yo no estoy
llorando. Yo tengo un insecto en el
ojo.
Yo recuerdo cuando estaba en
middle school los muchachos eran muy malos.
Cuando un muchacho era triste por cualquier razón ellos le burlaban: “él tiene lágrimas en sus ojos. Ohhh que lastima, él necesita su mama. Él es una muchacha.”
Era muy difícil para el
muchacho que sintió triste. No importa
si su abuela murió o su mama tiene cáncer.
Por una razón los muchachos no debían llorar. Y si ellos lloran, ellos no son muchachos
reales.
Yo recuerdo, también, cuando
yo estaba hablando con un hombre de África, él me dijo: “yo tengo cuarenta anos
y en toda mi vida yo nunca he llorado.”
Yo pensaba a mi mismo: tú estás vivo o no?
En muchas culturas no es normal para un hombre llorar.
Pero las escrituras hoy dicen una cosa diferente sobre
Jesús: Jesús lloraba durante su vida, y sus lágrimas tenían
poder.
En el evangelio Jesús
escuchaba a Marta y María que su amigo, Lázaro, esta enfermo e iba a
morir. Jesús empezaba a ir a su amigo,
pero, antes de ha llegado, Lázaro murió.
Cuando María le declaró a Jesús que Lázaro murió, Jesús se puso a llorar. Él estaba triste. Él tenía compasión a los demás y
especialmente, él entendió el sufrimiento a los demos. Y es
lo mismo hoy con nosotros:
Cuando nosotros tenemos
desilusiones en la vida, Jesús llora con nosotros. El entiende nuestro sufrimiento.
Cuando nosotros extrañamos
mucho a nuestra familia que está en otros países o lugares, Jesús llora con
nosotros. El entiende nuestro
sufrimiento.
Cuando tenemos muchas
esperanzas en la vida y no podemos realizar nuestros deseos, Jesús llora con
nosotros. El entiende nuestro
sufrimiento.
Y cuando tenemos mal cosas
en la vida y no entendemos la razón, Jesús llora con nosotros. El entiende nuestro sufrimiento.
Cualquier cosa que nos
molesta mucho Jesús puede entender. Y el
camina con nosotros, él llora con nosotros, y él tiene mucha compasión para
nosotros.
Pero las escrituras hoy
tenemos otra promesa para nosotros. Los
sufrimientos, las lágrimas, las malas cosas, la muerte, y la maldad no tienen
la última palabra. Jesús tiene la
última palabra porque él es la palabra de dios, y él es la resurrección y la
vida. Él que cree en Jesús, aunque haya
muerto, vivirá.
Este era la realidad con
Lázaro. El amigo de Jesús estaba
muerto. Lázaro estaba en la tumba. Pero Jesús dijo a Lázaro: Sal de ahí!! Y
Jesús resucitó a Lázaro de los muertos.
Entonces si tenemos cosas
como la historia de Lázaro en nuestras vidas, Jesús es la resurrección y la
vida, y él va a ayudarnos.
Nosotros sabemos que hay
historias en nuestras vidas de milagros que nosotros no podemos entender
excepto a través los ojos de fe. Los
ojos que creen que Jesús es la resurrección y la vida.
Yo sé una historia sobre una
familia. Y la mama iba a tener una
bebe. Pero los doctores dijeron que la
bebe va a tener problemas malos, y posiblamente el no va a vivir. Pero la mama dijo “NO”. Ella lloraba mucho, ella oraba mucho, ella
recibió el sacramento de los enfermos. Y
con Jesús, quien es la resurrección y la vida, su bebe vivió. No tenía problemas. Los doctores no lo entendieron. Pero nosotros sabemos la razón. Es un milagro como la historia de
Lázaro. Es un milagro de fe.
Entonces, aquí en esta misa,
Jesús nos dice:
Tienen ustedes muchas
tristezas en su vida: salgan de ahí, ven y vivirán.
Tienen ustedes muchas
desilusiones en su vida: salgan de ahí, ven y vivirán.
Tienen ustedes muchas
preocupaciones: salgan de ahí, ven y vivirán.
Tienen ustedes muchos
problemas en su vida: salgan de ahí, ven, y vivirán.
Jesús es la resurrección y
la vida. El que cree en Jesús, aunque
haya muerto, vivirá. Como Lázaro y la
bebe de la mujer, nosotros vamos a vivir por siempre. Entonces:
Vamos juntos, vamos a vivir
con Jesús.
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