La vida de los discípulos
era difícil. Ellos habían seguido a
Jesús por mucho tiempo. Habían visto sus
milagros, su multiplicación de pan, su transfiguración, su última cena, su vía
crucis, su crucifixión, y su muerto.
Cuando Jesús murió los discípulos ya no tenían esperanza. Ellos tenían miedo y se escondieron en sus
casas. Pero ellos también experimentaron
la resurrección. Jesús ha resucitado
como él ha dicho. Y las lágrimas
cambiaban a sonrisas. El miedo a la
esperanza. Los discípulos pensaban que
Jesús habría quedado con ellos para siempre y juntos ellos habrían podido
cambiar el mundo. Pero lo no era a
pasar. Porque Jesús necesitaba
salir. El necesitaba regresar a su
padre. Él no puede quedar. Y los discípulos eran tristes otra vez. Ellos dijeron: ¿Por qué él no puede quedar
con nosotros? ¿Por qué él no quiere
permanecer aquí con nosotros? Los
discípulos tuvieron despedir a Jesús, pero no lo querían. Ellos eran tristes y no entendieron la
razón.
A veces esta situación es
igual con nosotros. Una persona sale de
nuestra vida y nosotros no queremos despedirla.
Una muchacha sale por la
universidad y los padres necesitan despedirla.
Un hombre sale por los
estados unidos y la familia necesita despedirlo.
Una muchacha quiere casar y
el papa necesita despedirla.
Un sacerdote tenga que mover
a otro lado, y la comunidad necesita despedirlo.
O una persona muere, y todo
necesita despedirlo.
Siempre es difícil y siempre
es muy triste. A veces no entendemos la
razón y no queremos despedir.
Pero las escrituras hoy
tienen una promesa para nosotros. Dios
tiene una promesa para nosotros.
Cuando Jesús salió de esta
mundo en la ascensión, el continuaba a cuidar a su pueblo. El mandó el espirito santo para vivir con la
gente y guiar la gente cada día. Y
también, él invitaba a los discípulos para continuar su trabajo en el
mundo. Su trabajo de salvación y renovar
de todo el mundo. En una manera era
buena que Jesús salió, porque él podía mandar el espíritu santo, y los
discípulos podían continuar su trabajo en el mundo con mucho mas poder y animo.
Entonces, para nosotros
también, a veces es bueno para despedirse.
Porque cuando una persona sale, es posible que la vida cambia por lo
mejor.
La muchacha recibe una
educación y puede apoyar su familia.
El muchacho puede mandar
dinero a su familia allá y tiene otra familia acá.
El papa recibe una familia
más grande con el esposo de su hija.
La comunidad crece más en su
fe debido a los recuerdos del sacerdote.
O la persona esté reunida
con su familia en el cielo.
No es siempre fácil, pero a
veces cuando una persona sale, la vida cambia por lo mejor. Era la situación con Jesús y sus discípulos,
y es la situación con nosotros.
Pero por fin, es importante
para recordar que en Jesús, en nuestra fe, no hay momentos de “adiós”. Solamente hay momentos de “Hasta luego.” Porque en la eucaristía, en la misa, y con el
espíritu santo, todo el pueblo de dios están unidos y nunca están separados.
Este es el misterio de la
Ascensión. En Jesús, nosotros estamos
unidos para siempre.
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