Sunday, June 1, 2014

Mi Ultima Homilia en Mi Primera Asignacion: La Ascencion


La vida de los discípulos era difícil.   Ellos habían seguido a Jesús por mucho tiempo.  Habían visto sus milagros, su multiplicación de pan, su transfiguración, su última cena, su vía crucis, su crucifixión, y su muerto.   Cuando Jesús murió los discípulos ya no tenían esperanza.  Ellos tenían miedo y se escondieron en sus casas.  Pero ellos también experimentaron la resurrección.  Jesús ha resucitado como él ha dicho.  Y las lágrimas cambiaban a sonrisas.  El miedo a la esperanza.  Los discípulos pensaban que Jesús habría quedado con ellos para siempre y juntos ellos habrían podido cambiar el mundo.  Pero lo no era a pasar.  Porque Jesús necesitaba salir.  El necesitaba regresar a su padre.  Él no puede quedar.  Y los discípulos eran tristes otra vez.  Ellos dijeron: ¿Por qué él no puede quedar con nosotros?  ¿Por qué él no quiere permanecer aquí con nosotros?  Los discípulos tuvieron despedir a Jesús, pero no lo querían.  Ellos eran tristes y no entendieron la razón. 

 

A veces esta situación es igual con nosotros.  Una persona sale de nuestra vida y nosotros no queremos despedirla.

 

Una muchacha sale por la universidad y los padres necesitan despedirla.

 

Un hombre sale por los estados unidos y la familia necesita despedirlo.

 

Una muchacha quiere casar y el papa necesita despedirla.

 

Un sacerdote tenga que mover a otro lado, y la comunidad necesita despedirlo.

 

O una persona muere, y todo necesita despedirlo.

 

Siempre es difícil y siempre es muy triste.  A veces no entendemos la razón y no queremos despedir.

 

Pero las escrituras hoy tienen una promesa para nosotros.  Dios tiene una promesa para nosotros. 

 

Cuando Jesús salió de esta mundo en la ascensión, el continuaba a cuidar a su pueblo.  El mandó el espirito santo para vivir con la gente y guiar la gente cada día.  Y también, él invitaba a los discípulos para continuar su trabajo en el mundo.  Su trabajo de salvación y renovar de todo el mundo.  En una manera era buena que Jesús salió, porque él podía mandar el espíritu santo, y los discípulos podían continuar su trabajo en el mundo con mucho mas poder y animo.

 

Entonces, para nosotros también, a veces es bueno para despedirse.  Porque cuando una persona sale, es posible que la vida cambia por lo mejor. 

 

La muchacha recibe una educación y puede apoyar su familia.

 

El muchacho puede mandar dinero a su familia allá y tiene otra familia acá.

 

El papa recibe una familia más grande con el esposo de su hija.

 

La comunidad crece más en su fe debido a los recuerdos del sacerdote.

 

O la persona esté reunida con su familia en el cielo.

 

No es siempre fácil, pero a veces cuando una persona sale, la vida cambia por lo mejor.  Era la situación con Jesús y sus discípulos, y es la situación con nosotros. 

 

Pero por fin, es importante para recordar que en Jesús, en nuestra fe, no hay momentos de “adiós”.  Solamente hay momentos de “Hasta luego.”  Porque en la eucaristía, en la misa, y con el espíritu santo, todo el pueblo de dios están unidos y nunca están separados. 

 

Este es el misterio de la Ascensión.  En Jesús, nosotros estamos unidos para siempre. 

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