Thursday, December 13, 2012

2nd Domingo de Adviento


A veces, el camino es muy largo y peligroso, y parece que nunca va a llegar a su destino.  Pero al final, el destino vale la pena.

 

Hace cinco años, yo estaba en Guatemala visitando unos amigos.  Y yo tenía un amigo que vivía muy lejos de una ciudad o centro de la población.  Él vivía en una aldea en las montanas.   Entonces, yo pase en un autobús—se llama un chicken bus—por más de cinco horas para visitarlo.  El autobús escalaba montañas muy peligrosas y altas.  El autobús pasó muy cerca de los precipicios.   Llegamos a un puente para pasar sobre de un rio, pero el puente ya no existe.  Entonces, el autobús paso por el rio---en el agua!!  Y el agua en el rio se estaba moviendo muy rápido.  Yo tenía mucho miedo.  Muchas veces durante este viaje yo pensaba que iba a morir.  Yo dije:  “Ahora, voy a morir.  Nunca voy a llegar a mi destino.  Nunca voy a ser sacerdote.  Dios ayúdame!!”    Pero, como un milagro, llegue a la casa de mi amigo.  Gracias a Dios.  En la casa de mi amigo, ellos tenían una gran fiesta con mucha comida, música, baile y diversión.  El destino valió la pena del viaje.

 

 

 

A veces, el camino es muy largo y peligroso, y parece que nunca va a llegar a su destino.  Pero al final, el destino vale la pena. 

 

 

 

En nuestras vidas de fe, también, el camino es muy largo y peligroso, y parece que nunca vamos a llegar a nuestros destinos. 

 

 

 

 

 

 

Por ejemplo, nosotros tratamos de seguir a Jesús.   Asistimos a misas todos los domingos.  Asistimos a las clases de formación de fe.  Oramos con nuestra familia.  Y a menudo, pensamos que la fe es más importante en nuestras vidas.  Y luego, las malas cosas empiezan pasar.  Tenemos una persona en nuestra familia que está muy enfermo.  Y él vive allá en México y no podemos visitarlo.  Y es muy triste y duro.  Luego, tratamos de mandar nuestros papeles del gobierno, y el gobierno no acepta.  Y todavía más, trabajamos mucho y con mucha fuerza, pero no le caemos muy bien a nuestro jefe y perdemos nuestro trabajo y no podemos apoyar a nuestra familia.  Empezamos a decirle a Jesús: porque me pasan cosas malas en mi vida?  Yo tengo fe, yo hago cosas buenas en mi vida de fe, pero ahora me pasan cosas muy malas en mi vida. Porque?  Y en este momento, es posible que comencemos a perder nuestra fe.

 

 

 

Desafortunadamente, comenzamos a darnos cuenta que una vida de fe esta llena de cosas difíciles.   Y en la vida de fe, el camino es muy largo y peligroso, y parece que nunca va a llegar a nuestro destino.

 

 

 

 

Pero, hay esperanza en las escrituras hoy.  Las escrituras dicen que en el camino de nuestra vida, en el camino de fe, Dios ha ordenado que se abajen todas las montanas y todas las colinas.  Él ha ordenado que se rellenen todos los valles hasta aplanar la tierra, para que Israel—nosotros—caminamos seguros bajo la gloria de Dios.  Esta es la promesa y esperanza de las escrituras.  Esta es nuestra promesa y esperanza. 

 

No tenemos una promesa de no tener dificultades.  No tenemos una promesa de no tener sufrimientos.  Y no tenemos una promesa de no tener tristezas. 

 

 

Pero, tenemos una promesa, que el hijo de Dios, Jesús, va a venir.  Él va a venir y nos guiara en nuestras vidas.  Él va a abajar todas las montanas.  Él va a rellenar todos los valles en nuestras vidas.

 

Cuando nosotros tenemos una persona en nuestra familia que esta    enfermo y no podemos visitarlo….Jesús esta con nosotros.

Cuando nosotros tenemos un miembro de nuestra familia que entre a los   Estados Unidos pero no podemos encontrarlo…Jesús esta con     nosotros.

Cuando perdimos nuestro trabajo y no podemos apoyar a nuestra     familia…Jesús está con nosotros. 

Cuando no podemos recibir nuestros papeles de gobierno y estamos           nerviosos…Jesús esta con nosotros. 

 

El camino no es demasiado difícil incluso cuando tenemos mucha dificultades y problemas porque sabemos y creemos que Jesús esta con nosotros.  Y Jesús prepara el camino para nosotros.  

 

Y cuando nosotros lleguemos a nuestro destino, cuando nuestra vida termine, vamos a realizar una cosa más: Jesús prepara una celebración para nosotros.  En esta celebración hay comida, música, baile, y paz.  Y estamos unidos con nuestras familias.  Y no hay más preocupaciones con papeles, enfermedades, o trabajo.  Solamente hay paz, diversión y alegría.  Porque nosotros estaremos con Jesús en el cielo.

 

A veces, el camino es muy largo y peligroso, y parece que nunca va a llegar a su destino.  Pero en el fin, el destino vale la pena.

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